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El motor es el corazón del automóvil, encargado de generar el movimiento mediante un sistema complejo de componentes metálicos que trabajan en conjunto. Para garantizar su funcionamiento correcto se utilizan aceites y lubricantes, que circulan gracias a bombas, mientras que bandas, poleas y baleros transmiten la energía generada. Dentro de este sistema, el sensor de detonación cumple un papel crucial: detectar vibraciones o golpes anormales en el motor (conocidos como “detonaciones” o “golpeteos”), los cuales pueden dañar los pistones y el cigüeñal. Este sensor envía la señal a la computadora del auto (ECU), que ajusta la chispa de encendido para evitar daños y mantener el motor trabajando de forma óptima. El rendimiento del motor se supervisa con ayuda de diferentes indicadores en el tablero, que reciben información de sensores de temperatura, aceite, gasolina y, en este caso, del sensor de detonación, encargado de proteger la combustión interna. Síntomas de un sensor de detonación dañado: Pérdida de potencia en el motor. Mayor consumo de combustible. Encendido irregular o tironeos. Activación de la luz de “check engine”. El correcto mantenimiento del motor incluye el cambio de juntas, sellos, retenes y afinaciones periódicas, además de la sustitución de sensores defectuosos como el de detonación. Este componente es indispensable para prolongar la vida útil del motor y asegurar un desempeño confiable, eficiente y seguro.

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